Lugar:
Un restaurant de nombre "el dorado", del otro lado del puente
colgante, sobre el camino de la costa; en rigor, un cubículo desparejo de lata,
dividido en dos por un tabique de madera, con una galería de madera que da
sobre el camino y un patio trasero lleno de árboles, separado del río por una
baranda de troncos. Después de la baranda viene un declive abrupto, la
barranca, y en seguida el río. En la otra orilla, casas elevadas sobre pilares
de madera dan sus fachadas frágiles al agua.
Época:
Un día de febrero de 1967, a las dos de la tarde.
Temperatura:
Treinta y siete grados a la sombra.
Protagonistas:
Lalo Lescano, y Pichón Garay. Han nacido el mismo día del mismo año, 1940, pero
mientras que miembros de la familia Garay sostienen descender del fundador de
la ciudad, Juan de Garay, el día en que Lalo Lescano nació unas vecinas
tuvieron que hacer una colecta para mandar a la madre de Lalo al hospital ya
que su padre, que era mozo en un restaurant, se demoró muchas horas antes de
volver a su casa, se supone que en las carreras de caballos.
Circunstancias:
Comida de despedida, porque Garay saldrá dentro de unos meses para Europa,
donde se quedara a vivir unos años.
La
discusión comienza cuando Garay dice que va a extrañar y que un hombre debe ser
siempre fiel a una región, a una zona. Garay habla mirando hacia el agua -están
sentados a una mesa defendida del sol por la sombra de los árboles- mientras
amasa con el índice y el pulgar un pedazo de papel de diario, que ha servido de
envoltorio a los pescados a la parrilla. Ni Lescano ni Garay son sibaritas,
pero van a ese restaurant (ninguno de los dos confiesa), porque saben que años
atrás lo frecuentaban Higinio Gómez, César Rey, Marcos Rosemberg, Jorge
Washington Noriega y otros que pasaban a ser la vanguardia literaria de la
ciudad. Cuando el pedacito de papel está bien amasado, Garay lo tira en
dirección al río, sin cuidarse de mirar donde cae. Lescano sigue la trayectoria
de la bolita gris con la mirada, y dice entonces que no hay regiones, o que
bien es difícil precisar el límite de una región. Y explica: ¿Dónde empieza la
costa? En ninguna parte. No hay ningún punto preciso en el que se pueda decir
empiece la costa. Pongamos por ejemplo dos regiones: la pampa gringa y la
costa. Son regiones imaginarias. ¿Hay algún límite entre ellas, un límite real,
aparte de los manuales de geografía han inventado para manejarse más
cómodamente? Ninguno. El, Lescano, está dispuesto a admitir ciertos hechos: la
tierra es diferente, tiene otro color, y en tanto que en la pampa gringa se
siembran trigo, lino, alfalfa, en la costa, en cambio pareciera que la tierra
es más apta para el arroz, el algodón, el tabaco. Pero ¿cuál es el punto
preciso en que se deja de sembrar algodón? Étnicamente, la pampa gringa está
compuesta más bien por extranjeros, italianos sobre todo, en tanto que en la
costa predominan las familias criollas. ¿Pero acaso no hay italianos en la
costa y criollos en la pampa gringa? La pampa gringa es más fuerte desde el
punto de vista económico, y sabemos con precisión que mientras que ella está
más cerca de Córdoba, la costa en cambio limita con Entre Ríos y con
Corrientes. Todo esto supone un principio de diferenciación, admitido. Pero,
¿no existe también la posibilidad de definir la pampa gringa como una costa que
está más lejos de Entre Ríos (la parte de la costa más alejada de Entre Ríos,
digamos), una costa en la que por las características de la tierra se siembra
más trigo que algodón? Yo admitiría que se trata de una región diferente si
hubiese la posibilidad de marcar un límite con precisión, pero esa posibilidad
no existe. La proximidad del río no es buen argumento, porque hay partes de la
costa que no están en la proximidad del río, y se las llama sin embargo la
costa. No hay ningún límite preciso: el último arrozal está ya en el interior
de los campos de trigo, o viceversa. Pongamos, si te parece, otro ejemplo: la
ciudad. ¿Dónde termina el centro y donde empiezan los arrabales? La línea
divisoria es convencional. El boulevard Gálvez, digamos. Pero cualquiera de
nosotros sabe muy bien, porque ha nacido aquí y ha vivido aquí y conoce por lo
tanto la ciudad de memoria, que al norte del boulevard Gálvez hay muchísimas
cosas que podrían estar, tranquilamente, en el centro: casas de varios pisos,
monoblocs, negocios, buenas familias. Y la ciudad ¿dónde termina? No en la
caminera, porque la gente que vive más allá de la caminera dice, cuando le
preguntan dónde vive, que vive en la ciudad. Por lo tanto, no hay zonas. No
entiendo, termina Lescano, cómo se puede ser fiel a una región, si no hay
regiones.
No
comparto, dice Garay.