22 de agosto de 2009

TEXTOS TEÓRICOS- El misterio de la página. Aidan Chambers

¿Cuál es el misterio de la página? Los niños pequeños, cuando están aprendiendo a leer, instintivamente nos muestran un aspecto de esto. Ellos abrazan y chupan los libros y manosean sus páginas. Una de las razones por las que el libro y las páginas son tan importantes es que son táctiles. El Libro, un objeto hecho de páginas, está diseñado para ser sostenido con la mano; el pegado está diseñado de manera que las páginas puedan hojearse fácilmente cuando se sostiene abierto. En efecto, un libro es como una extensión de la mano, las páginas como dedos extras. El aspecto físico de leer un libro, su naturaleza visceral, su apelación a nuestros dedos así como a nuestros ojos, son fundamentales para la experiencia de la lectura, esto significa que también son fundamentales para el significado que extraemos de lo que leemos.
El medio usado para presentar un texto influye considerablemente en nuestro entendimiento de, y nuestra actitud hacia, nuestros juicios sobre el texto. Leemos la hoja de un periódico de manera diferente a cómo leemos un libro; leemos un mensaje escrito a mano en una sola hoja de papel de forma distinta a un folleto impreso; leemos un libro de ejercicios para niños de manera diferente a una monografía encuadernada. Y leemos textos presentados en la pantalla de una computadora de forma distinta a como leeríamos el mismo texto presentado en forma de libro.
Se trata de una cuestión tan poderosa que leemos un texto presentado en determinado formato de manera distinta a como leeríamos el mismo texto presentado en un formato diferente. Por ejemplo, como bibliotecario de escuela una vez llevé a cabo un experimento. Puse en los estantes un ejemplar de tapa dura de una novela juvenil y esperé a ver qué sucedía. El libro raramente era elegido. Después de tres meses, remplacé los ejemplares de tapa dura por ediciones de bolsillo del mismo libro. Con frecuencia éstos eran tomados en préstamo. Luego mezclé ejemplares de tapa dura con ejemplares de ediciones de bolsillo. Los de tapa dura raramente salían en préstamo, los de bolsillo los sacaban con frecuencia. Cuando discutí el experimento con un grupo de lectores, me aseguraron que los ejemplares de tapa dura "no eran tan interesantes", la historia, decían, no "era tan buena" cuando la leían en tapas duras.
Otro ejemplo. La primera vez que leí el Ulises de James Joyce, en la primera edición de Bodley Head cuyo formato cuadrado era demasiado grande para ser cómodo, y su línea de lectura tan larga que cansaba la vista, me pareció una novela muy cerebral, intelectualmente exigente, y "difícil". Años después lo volví a leer en una nueva edición de Bodley Head, esta vez en una presentación mucho más pequeña, casi del tamaño de un volumen de bolsillo —en vez de aquella gorda Biblia—, con líneas de impresión cortas. Esta vez el texto me pareció, no sólo más fácil de leer, sino mucho más lírico y emocional en su efecto. No creo haber sentido esa diferencia sólo porque estaba leyendo el libro por tercera o cuarta vez, sino porque era un formato más agradable. Y conozco, como la mayoría de las personas que lo afirman, la gran diferencia que hay entre leer un texto en pantalla y leer el mismo texto impreso en una hoja de papel. Un pequeño pero importante ejemplo: la mayoría de los escritores y editores que conozco me dicen que es mucho más difícil hacer una lectura de corrección confiable cuando el texto está en pantalla; sólo pueden percibir todos los errores cuando el texto está impreso. Desde luego, esto puede estar condicionado. Todavía estamos más acostumbrados a tratar con el papel impreso que con los textos en pantalla. Tal vez dentro de muchos años las personas harán las lecturas de corrección directamente sobre la pantalla, sintiéndose cómodas y seguras. Pero por el momento no es el caso.
La experiencia de leer una historia o un poema en las páginas de un libro es notablemente diferente a la de leerlos en una pantalla. Para mí, los textos en la pantalla no sólo son mucho menos placenteros, sino que mi foco de atención está menos concentrado. Soy menos paciente, me entrego menos y me percato menos de los juegos de significado(s), probablemente porque el vínculo intelectual, emocional y visceral en la naturaleza humana entre la mano activamente involucrada y los ojos te está vedado cuando lees textos en pantalla. Es notable cómo todos, especialmente los niños pero también los adultos, tienden a tocar la pantalla con un dedo cuando están comentando un texto en la computadora. Instintivamente tratan de restablecer el vínculo mano-ojos porque es útil al tratar de explicar algo difícil.
Las maneras en que la mano y los ojos trabajan juntas, lo que hace cada uno, determina la naturaleza de la experiencia, el placer que obtenemos y, en lo que a la lectura concierne, no sólo el significado de los textos, sino el significado del suceso todo: la vista y el sentimiento, incluso el olor de un libro, la selección de qué leer, la visita al texto a través del duradero e inmodificable medio de la página, la consideración de lo que hemos leído y el releerlo con el fin de reconsiderar y nuevamente experimentar el mismo texto.
En épocas anteriores, cuando el Libro era dominante, la naturaleza visceral de leer un libro se daba por hecho. En estos días, cuando los textos electrónicos no poseen la integridad de las páginas separadas, el aspecto físico del libro lo hace especial y diferente, y requiere que se reflexione sobre él no sólo porque afecta la comprensión del lector, sino porque afecta al escritor también. Escribir para la página de un libro es diferente a escribir para el despliegue electrónico. Los estilos surgidos a partir del correo electrónico y los mensajes de texto son casos claros y simples. Las fronteras son diferentes. El agrupamiento y los límites de los renglones son diferentes. La manera en que se puede usar el fin de la página en un libro para crear significado y guiar la interpretación es obliterada por la presentación electrónica. Y los usuarios de los textos en pantalla pueden alterar el acomodo de las palabras con sólo presionar una tecla. La naturaleza estable, la integridad vital de la página se pierde.
Una última diferencia clave. Las formas electrónicas de comunicación comparten un elemento básico que es exactamente lo contrario a los libros. Invitan a la interferencia. Están diseñados tanto en su hardware como en su software de tal modo que el usuario pueda cambiar y manipular el texto fácilmente y se espera que lo haga. La palabra "interactivo" se ha escamoteado por los comunicadores electrónicos con el fin de nombrar un aspecto atractivo de su herramienta de intercambio.
El Libro posee otras cualidades que lo hacen profundamente diferente de todos los demás medios. Éstas se comentan con frecuencia. La amistad entre el usuario del libro y el libro impreso. La manera en que las páginas del libro impreso -su forma y tamaño, la textura e incluso el color del papel- se han refinado a través de cientos de años hasta llegar a un formato y apariencia que se ajustan exactamente a la mano humana, de modo que resulta placentero sostener y mirar al objeto, y se adecua al ojo humano y a lo que puede captar cómodamente cuando ve la impresión. Cualquiera que haya pasado cierta cantidad de tiempo trabajando en un procesador de palabras mientras simultáneamente usa libros, como yo en este mismo momento, sabe cuan diferente es mirar las palabras en la pantalla y mirar las mismas palabras en la página de un libro. Sé cuál prefiero y con cuál se me hace más fácil y atractivo moverme como lector. Como escritor, desde luego, las ventajas de trabajar un texto en la computadora son mucho mayores que las de hacerlo sobre el papel. Pero aún escribo mis novelas con un lápiz en un papel antes de retrabajarlas en la computadora, dado que la naturaleza de componer una narrativa a mano en el papel es completamente diferente a teclear en una pantalla.