28 de agosto de 2009

TEXTOS TEÓRICOS- Introducción. Elsa Drucaroff

En: Drucaroff, Elsa (directora). La narración gana la partida. Historia crítica de la literatura argentina (dirigida por Noé Jitrik), Buenos Aires, Emecé, 2000.

En declaraciones de 1970, Rodolfo Walsh lamentaba que el periodismo de acción y la política no le permitieran el repliegue y la tranquilidad necesarias para hacer ficción, y afirmaba: "pareciera que el mayor desafío que se le presenta hoy por hoy a un escritor de ficción es la novela". Se refería luego al deseo de escribir una, hecha de cuentos enhebrados que irían construyendo una trama.
Podríamos entender el título de este volumen de la Historia Crítica de la Literatura Argentina, precisamente desde estas palabras de Rodolfo Walsh, leídas como testimonio de un momento. En aquel "hoy por hoy" se aludía aun presente en el que explícitamente y sin saber mucho por qué, se vislumbraba que la narración había ganado la partida, que se había impuesto como estructura literaria, que la tendencia dominante era jerarquizar en primer lugar el género novela y privilegiar el gesto narrativo.
Desde luego que ese auge o esa creencia debe haber contado con ciertas condiciones ambientales, sociales y políticas, no sólo para haberse producido sino para haberse sostenido. Cierto desarrollo industrial o la creencia en la posibilidad de una industria argentina, cierta atención descubridora de la problemática latinoamericana, sobre todo después del cierre del ciclo de las dictaduras de viejo cuño en América latina, la fuerte relación con los nuevos esquemas filosóficos que vinieron a quitar el polvo de los discursos dogmáticos de la Universidad de la época peronista, el fuerte despegue científico y un interés nuevo por las novedades culturales, vividas en la década del sesenta como legítimo derecho a un alto consumo cultural, son otras tantas historias que se cuentan y que más allá del lugar que ocupan en el periodismo, asimismo renovado, crean un nuevo piso.
Hay un período, entonces, que habría comenzado hacia la segunda mitad de los sesenta, se volvió intenso durante los setenta y sin duda mantiene efectos fuertes hasta ahora, en el que la narración se impuso con una legitimidad particular, adquirió un prestigio especifico en un imaginario de expectativas ligadas a una gran expansión de la escritura y a una no menos fuerte problematización de la lectura.
Una frase de algún modo implícita en las declaraciones de Walsh terminó volviéndose casi un lugar común que describía un hito necesario, una verdadera prueba final y consagratoria en el camino que llevaba a merecer el título de "escritor": "Estoy haciendo la novela”.
Hacer "la" novela, no "una" novela (y no por ejemplo poesía), fue durante los setenta casi una cifra de lo que definía a un (verdadero) gran escritor". El fenómeno arrastró al cuento, género que por un lado se sintió momento previo y necesario antes de dar el gran paso, pero por el otro no perdió su valor como forma breve y perfecta, apta para el más refinado trabajo de escritura. Impulsado por los relatos de Horacio Quiroga, Jorge Luis Borges (a quien "por supuesto", se apresura a aclarar Walsh en la entrevista que citamos nadie le pide una novela") y por los de Julio Cortázar, el cuento cobro gran prestigio y fue fervorosamente leído.
La Teoría de la novela de Georg Lukács era un libro muy frecuentado en ese tiempo. Pese a haber sido escrito en 1916, desde un enfoque idealista y previo al entusiasta descubrimiento del marxismo que haría el filósofo húngaro pocos años más tarde, esta obra sostenía que la novela era un espacio de reflexión sobre el tiempo histórico y sobre la inserción del ser humano en su entorno, la consideraba un genero privilegiado para reflejar las relaciones entre los sujetos y su tiempo. En un entorno en el que la idea de un "relato social", de una cierta gesta cotidiana o bien de una voluntad generalizada de autocomprensión de un futuro, gozaba de alguna hegemonía, el gesto de armar y contar historias "gana la partida" a otros gestos posibles de la escritura, ya por las posibilidades de pensar, denunciar y hasta actuar en el mundo que otorga a la novela la perspectiva de Lukács, ya por la libertad y el espacio para la experimentación de técnicas y poéticas que su proteica forma permite.
Hoy, cuando las grandes editoriales prácticamente no publican poesía y la novela es el género que exigen los estudios de marketing, argumentando que es lo que el público lector quiere, lo que se vende, algo del privilegio de la narrativa continúa, sobre todo como un fenómeno de mercado que condiciona efectivamente la producción y la circulación de los géneros literarios.
El volumen que hemos diseñado no toma partido por la narración contra otros registros de la literatura, simplemente constata que en determinado momento gana la partida; en su afán de historizar desde su propio devenir ese movimiento que el formalista Yuri Tinianov llamaba "la evolución literaria", intenta cercar el fenómeno, estudiarlo, aportar a la definición de sus rasgos pertinentes y acompañarlo en su surgimiento y ecos hasta hoy. Por eso, aunque el período central del que se ocupa es, como dijimos, la segunda mitad de los años sesenta y la década siguiente, se remonta hacia atrás cada vez que es preciso sostener un linaje, restituir un momento fundante o detectar el comienzo de una tendencia, y también se proyecta hacia los ochenta e incluso hasta hoy, si el fenómeno que se está analizando lo exige.
Si se considera el valor de herramienta crítica (en los más amplios sentidos) que el imaginario de la época atribuye a la novela, parece lógico que una última parte del período del que se ocupa el volumen precedente de esta historia, "La irrupción de la crítica", coincida con los primeros tiempos en que "La narración gana la partida". Los dos volúmenes se enhebran así en una sucesión cronológica que tiene que ver con un desarrollo literario de doble vertiente y no con los límites físicos de la temporalidad.

Notas:
1. En la misma entrevista, Walsh declara: "Yo no sé de dónde viene esto, por qué esa exigencia [de escribir una novela] y por qué la novela tiene una categoría artística superior (...). Me he formado dentro de esa concepción de las categorías artísticas y me resulta difícil convencerme de que la novela no es en el fondo una forma artística superior". "Rodolfo Walsh. 'He sido traído y llevado por los tiempos' ", Ricardo Piglia, Revista Crisis, N° 55, Buenos Aires, noviembre de 1987.
2. Tal vez podría decirse que en la teoría literaria la narración también estaba ganando la partida, por lo menos en la que se continuaba gestando en esta misma época.